domingo, 25 de diciembre de 2011

El verdadero sentido de la Navidad

M.Sc Rodrigo Quirós Valverde


Con la llegada de diciembre, es común observar en las personas una gama muy particular de sentimientos y comportamientos. Algunos, con gran ilusión, buscarán sus regalos la mañana del veinticinco, otros, más analíticos, experimentan incertidumbre ante lo desconocido y ven el futuro como una gran caja de sorpresas, también están los que planifican al máximo y no dejan nada al azar, es normal observarlos ahorrar parte de su aguinaldo para alguna eventualidad. Otros, se preparan para el nacimiento del hijo de Dios –símbolo indiscutible de la Navidad–  y no se olvidan de ninguna actividad religiosa.

Pero, existe una realidad que a muchos les cuesta aceptar, se trata de aquellas personas que sobreviven en la miseria y para quienes la época navideña pasará prácticamente inadvertida.

Que oportuno, si ratificáramos nuestro amor por Jesús siendo generosos con los más necesitados, tal y como nos exhorta un conocido pasaje bíblico: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. (Mateo 25. 40)

En general, una variedad de rasgos retratan estos últimos días del año, poco a poco, los grandes aguaceros cesan y arriban los alisios, el “pelo de gato” y las bajas temperaturas. Se guardan los paraguas y hacen su aparición los abrigos y las bufandas, es ahí cuando nos percatamos de la cercanía de la Navidad. En fin, es un período con una magia que cautiva a la mayoría.

En los distintos lugares de trabajo se percibe una atmósfera diferente, hay más unión y solidaridad entre compañeros y las diferencias del pasado se suelen ignorar y hasta perdonar. Que beneficioso, tanto para los trabajadores como para las mismas empresas e instituciones, si nos comportáramos de esa manera durante todo el año, seguramente sufriríamos menos confrontaciones, que suelen distraernos de lo importante, lo esencial, lo humano… y nos conducen al distanciamiento y a la desmotivación.

En los hogares, ya no existe presión por llegar temprano al trabajo, escuela o colegio. Los hijos, tras finalizar el curso lectivo, pasarán más horas en casa junto a sus padres, generando un incremento en los vínculos afectivos y en ocasiones hasta algunos roces, que, generalmente, se solucionan con un buen café y el incomparable tamal navideño de la abuelita.

Lo habitual en las tiendas y centros comerciales, es la invitación al consumo de cientos y cientos de artículos. Ante ese ambiente, puede que sucumbamos a la tentación y hasta compremos lo innecesario. Sin embargo, lo ideal es la sensatez a la hora de utilizar nuestro aguinaldo.

Todo ese trajín de compras y despilfarro, hace que desvirtuemos el verdadero sentido de la navidad y que olvidemos que ésta fue creada para rememorar el nacimiento del hombre más importante en la historia de la humanidad.

Cada uno de nosotros, debería aprovechar esta época para meditar sobre ese trascendental acontecimiento ocurrido hace más de 2000 años. Quizá comprenderíamos que Jesús vino para ser la luz de un mundo que naufragaba en un mar de confusión y oscuridad, así como, que su paso dejó grandes enseñanzas y una nueva filosofía de vida.

En aquel tiempo, la llegada del Hijo de Dios encontró una sociedad sumergida en una profunda crisis, sin rumbo, en tinieblas... Ante tales hechos, es conveniente preguntarnos: ¿Cómo se encuentra hoy día nuestra sociedad? ¿Estaremos a las puertas de una segunda venida de Jesús?

La respuesta a la primera pregunta resulta obvia y con respecto a la segunda nadie lo sabe con exactitud. Sin embargo, este cuestionamiento nos debería conducir a una profunda reflexión en torno a nuestro papel como trasmisores de aquella luz que Jesús instauró siglos atrás.

Si realmente deseamos un mundo donde reine la paz y el amor, pidámosle al niño Jesús que nos ilumine para llegar a convertirnos en mensajeros de su luz y su palabra.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Por unos JUNCOS más inclusivos

M.Sc Rodrigo Quirós Valverde



A mediados del pasado mes de mayo, la comunidad del Instituto Tecnológico de Costa Rica se habituó a los gritos y aplausos de decenas y decenas de espectadores que, durante poco más de una semana, colmaron cada uno de los recintos deportivos con motivo de la realización de la edición número diecinueve de los Juegos universitarios costarricenses, más conocidos como JUNCOS.

Fuimos testigos del esfuerzo, sudor, sonrisas y lágrimas de cientos de deportistas. Como es normal en el deporte competitivo, algunos saborearon la dulce miel de la victoria y otros el amargo sorbo de la derrota, pero tanto para unos y otros, lo vivido representó una experiencia inolvidable que, como tinta indeleble, quedará para siempre en la memoria y el corazón.

Se podría citar muchas anécdotas que retratan el significado de estas justas para los deportistas participantes, pero las imágenes surgidas en cada uno de los días de competencia y divulgadas tanto por la prensa escrita como en las principales televisoras nacionales hablan por sí solas.

Fue palpable lo exitosos que fueron estos juegos en lo organizativo y en lo deportivo. Sin embargo, esta magna fiesta deportiva, registró la ausencia de algunas disciplinas que en el pasado brillaron con luz propia y que con sobrados méritos ganaron un lugar en este tipo de contiendas.

Entre estas disciplinas destaca el balonmano, que tanta emoción y espectáculo generó desde aquellos primeros e incipientes JUNCOS y que por razones poco racionales y convincentes, ha visto marginada su participación en las tres últimas ediciones.

En los JUNCOS del 2008 y 2009, cuyos anfitriones fueron la Universidad de Costa Rica y la Universidad Estatal a Distancia, respectivamente, los comités organizadores, conformados por autoridades y funcionarios de las universidades antes mencionadas, no tomaron en cuenta al balonmano como deporte oficial ni de exhibición. Propuesta que, posteriormente, fue avalada por la Federación costarricense universitaria de deporte (FECUNDE), argumentando en aquella ocasión que la decisión obedecía a un plan para fortalecer y desarrollar esta disciplina deportiva. Sin embargo, a la fecha, seguimos a la espera de acciones concretas como parte del citado plan que nunca se concretó.  

Para los recién concluidos JUNCOS, siendo el Instituto Tecnológico de Costa Rica el anfitrión, se tenía la ilusión de poder organizar nuevamente el torneo de balonmano. Primero se tuvo que luchar en FECUNDE, y, después de un prolongado período de diálogo y convencimiento por parte de nuestros representantes, se tomó la decisión de incluirlo como deporte de exhibición. Pero, a pocas semanas de la inauguración, quedamos atónitos al conocer que tanto los representantes de la Universidad de Costa Rica como sus similares de la Universidad Nacional, sin una justificación válida, no presentarían sus  equipos al torneo de balonmano.

Excluimos de responsabilidad a los jugadores y cuerpo técnico de los equipos de balonmano de esas dos casas de estudios superiores, no así a su dirigencia, a quienes la historia deportiva de nuestro país, en su momento, les exigirá una explicación sobre tales decisiones.

Porque, realmente cuesta digerir como dos universidades de tanto prestigio y trayectoria en la formación de profesionales en la enseñanza de la Educación Física, contando además con programas de extensión permanentes en esta disciplina y manteniendo una constante participación en torneos y campeonatos organizados por la Federación costarricense de balonmano, rehusaran inscribir sus equipos en el mayor encuentro deportivo universitario en Costa Rica, y, de paso, privaran a sus estudiantes y a los nuestros de una experiencia enriquecedora y formativa, como si estuvo al alcance de muchos atletas en otros deportes. 

Hacemos un llamado a la sensatez y la cordura a la dirigencia deportiva de estas dos respetadas universidades, recordándoles que como miembros de FECUNDE, tienen una responsabilidad ineludible con el desarrollo del deporte universitario nacional, y, que sus acciones deben posibilitar el florecimiento de la mayoría de las manifestaciones deportivas en estos centros de estudio y no obstaculizar su crecimiento. Recuerden, que están ahí para promover el deporte universitario y sumar deportes a los JUNCOS en lugar de reducirlos.

A la vuelta de la esquina están los juegos universitarios en su vigésima edición, la dirigencia deportiva universitaria en general y principalmente la de la institución sede – la Universidad Nacional- tiene la impostergable responsabilidad de devolverle al balonmano el sitial de honor que, sin ningún cuestionamiento, conquistó a través de la historia deportiva universitaria de este país.

Señoras y señores ustedes tienen la palabra.   

lunes, 14 de marzo de 2011

Una historia de Ángeles

M.Sc Rodrigo Quirós Valverde

Desde nuestra infancia hemos escuchado historias relacionadas con ángeles, en ocasiones a través de alguien cercano a nosotros -generalmente nuestra madre- y en otras mediante un libro, programa de televisión o película. Sin embargo, sea cual sea la forma en que nos percatamos por primera vez de su existencia, usualmente los hemos contemplado como seres celestiales que nos protegen  a lo largo de la vida –nuestro ángel de la guarda- o como los fieles emisarios de Dios.
Podría nombrar gran cantidad de relatos bíblicos que evidencian una participación destacada de estos personales en una amplia gama de roles, pero cito uno de ellos por la relevancia de la tarea encomendada. Se trata de aquel pasaje cuando un ángel del Señor se aparece en sueños a José y le dice: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es  engendrado, del Espíritu Santo es”. (Mateo 1.20)

Evoco también, con especial sentimiento, aquella primera oración que aprendieron mis hijos y que solían rezar al acostarse: “Ángel de la guarda,  mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día…”.
Además, en el “mundo” de los ángeles también existen jerarquías, es decir, algunos con mayor poder que otros. En la búsqueda de los más poderosos, nos encontramos con aquellos considerados como los reyes del Universo y sólo superados por la Santísima Trinidad, me refiero a los siete Arcángeles: Gabriel, Miguel, Rafael, Uriel, Jofiel, Shamuel y Zadkiel, de quienes sabemos comandan huestes de ángeles y que cumplen funciones trascendentales.
En síntesis, nadie desconoce lo que los ángeles han representado para muchas culturas y religiones a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, ¿Quién de nosotros ha tenido alguna vez una experiencia personal con estos seres de luz?
Fue el año anterior, cuando conocí de la gran devoción que mantuvo la Madre Teresa por los ángeles. Asimismo, de la costumbre de recibirlos en los hogares.
Según esta costumbre, el recibimiento debe realizarlo la familia completa y ofreciendo a sus invitados frutas, flores, velas blancas, incienso y por supuesto una oración especial para la ocasión.
Después de discutirlo en el seno familiar, tomamos la decisión de ser sus anfitriones e iniciamos de inmediato todos los preparativos para tal acontecimiento. Hasta ese momento todo trascurría con normalidad, o al menos así lo percibía. Quizá, las actividades de fin de año, no me habían permitido reflexionar en lo que estábamos a punto de vivir.
Pero llegó el ansiado día, mis hijos lucían inquietos y a la vez un poco escépticos y cuando el reloj marcó las nueve de la noche, procedí a abrirles la puerta. Les dimos la bienvenida y nos presentamos –tal como lo indicaba la hoja de instrucciones que nos había proporcionado una amiga de la familia-. A partir de aquel instante, se sintió en el ambiente una presencia especial, divina, celestial… y no sé si fue mi imaginación, pero la casa súbitamente se llenó de una luz maravillosa, la mirada de mis hijos y mi esposa ya no era la misma, se notaba un  brillo especial –amalgama de ternura y amor-. En mi caso, poca a poco empecé a impregnarme de una paz que hacía mucho no sentía.

Durante, los días que estuvieron entre nosotros, hubo señales que demostraron su presencia. Todos – sin excepción- nos sentimos muy motivados y en términos generales se respiraba un ambiente de armonía y quietud. Al salir de casa nos despedíamos de ellos y al llegar los saludábamos y les contábamos como nos había ido durante el día. Puedo decir que, se integraron y prácticamente se convirtieron en miembros de la familia. Aunque no los podíamos ver, percibíamos su presencia.
Al cumplirse el tercer día, llegó el momento de decirles adiós. Esa noche, al ser las nueve saldrían de mi casa y se trasladarían  a otros tres hogares. Les agradecimos por haber compartido con nosotros y finalmente dejamos que se marcharan.
De pronto, un sentimiento de tristeza se apoderó de nosotros y la casa por un momento se vistió de soledad, coincidimos en ese momento que durante los últimos días habíamos gozado de una compañía verdaderamente plena y especial.
La experiencia fue valiosa en muchos sentidos, pero principalmente porque generó un aprendizaje en cada uno de nosotros. Por un lado, comprobamos que los ángeles realmente existen y están a nuestro lado, por otro, que son seres enviados por Dios para ayudarnos en nuestro peregrinar por este mundo, lo único que debemos hacer es invocarlos con fe y pedir su protección y ayuda.
Cada mañana, al salir de nuestro hogar, oremos a Dios para que,  a través de nuestro ángel custodio, guie nuestro caminar e ilumine nuestros pensamientos. Quizá, sea esta una forma de llevar luz y esperanza a todas aquellas personas con quienes interactuamos día a día.

Atletas del TEC con destacada participación en Panamá

M.Sc Rodrigo Quirós Valverde


El pasado 10 de octubre, se llevó a cabo la XXVII edición de la Carrera Atlética de la Universidad de Panamá. En esta oportunidad, el evento contó con la participación de tres atletas costarricenses: Jaime Sanabria Arrieta y Alex Serrano Solano -funcionarios del Instituto Tecnológico de Costa Rica- así como el estudiante de Ingeniería en Electrónica Reinier Camacho Quirós.
El jueves, antes de la competencia, cuando el reloj estaba a punto de dar las 11:30 de la noche, estos entusiastas atletas partieron hacia Panamá con sus valijas cargadas de sueños e ilusiones y con la convicción de realizar una gran carrera, merced a un riguroso período de preparación.
Después de un trayecto que por momentos parecía interminable, el puente “Las Américas” y una vista impresionante a la bahía nos dieron la bienvenida a una moderna capital panameña. Fue un largo y pesado viaje, pero el optimismo y entusiasmo permanecieron intactos en cada uno de ellos, pues anhelaban comenzar a escribir una historia de triunfos en ésta que sería su primera competencia internacional.
Después de descansar de tan extenuante viaje, conocimos aspectos importantes antes de tomar la salida en una prueba completamente desconocida para cada uno de nosotros, entre éstos: que los últimos metros de la prueba serían en ascenso –la famosa y temida “Colina” en el Campus Universitario– y que la competencia se desarrollaría en terreno completamente plano, apreciación que varió por completo al final del evento, ya que comprobamos que los columpios eran los invitados especiales durante los 8.5 kilómetros del recorrido.
La hora de salida de la competencia se fijó para las 7:30 de la mañana, con el objetivo de evadir las altas temperaturas panameñas y por esa razón nos pusimos en pie cuando el día apenas despuntaba.
Aunque los tres se notaban tranquilos, es normal que exista algún grado de nerviosismo en los atletas minutos antes de tomar la salida en una competencia. También es sabido que cada deportista conoce la forma de mitigar esa ansiedad usando algún “método” en particular. Por ejemplo, uno de ellos suele bajar el estrés corriendo quince o veinte metros como “alma que lleva el diablo”, acción que por espontánea y repentina, asustó a más de uno.         
Durante el calentamiento, se pudo constatar que éramos los únicos foráneos del pelotón, no obstante, en todo momento los atletas locales sobresalieron como excelentes anfitriones gracias a sus reiteradas muestras de amabilidad y deportivismo.
Primero salió la categoría especial -silla de ruedas- y un poco más tarde el resto de atletas. Participaron aproximadamente 150 en ambos géneros.
Cada uno, como es característico en este apasionante deporte, derrochó esfuerzo y coraje para alcanzar la ansiada línea de llegada. Al final sólo un hombre y una mujer, en cada categoría, llegaría antes que el resto. Sin embargo, con sólo vencer los 8500 metros, cada uno de los participantes se convirtió en un triunfador más, porque al igual que el primero, también debieron superar las mismas dificultades y obstáculos durante el recorrido.
Nuestros corredores, después de un excelente desempeño, obtuvieron los siguientes resultados: Alex Serrano ocupó el 11° lugar general y segundo en la categoría de funcionarios con un tiempo de 24 minutos y 29 segundos, Jaime Sanabria ocupó el lugar 21 en la general y tercero en la categoría de funcionarios con un tiempo de 25 minutos y 33 segundos y finalmente Reinier Camacho terminó en la posición 36 en la general con un tiempo de 26 minutos y 43 segundos.
Un agradecimiento a la institución por otorgarnos la posibilidad de asistir a este evento. De igual manera, a la Junta Directiva de la ADERTEC por la ayuda económica brindada a esta delegación.
Esperamos que el Instituto Tecnológico de Costa Rica pueda estar presente el próximo año en este evento atlético, tal vez con una delegación más numerosa y con un ingrediente que faltó en esta ocasión, la presencia femenina.
Finalizo dedicando una frase de Paulo Coelho tanto a los atletas que estuvieron en Panamá como aquellos que por diferentes razones no pudieron acompañarnos, pero que también dedican muchas horas a la semana para entrenarse: “Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven a él”.

Reflexiones en torno a la celebración de la independencia

M.Sc Rodrigo Quirós Valverde


Año tras año al aproximarse el mes de setiembre, reverdece en la mayoría de los costarricenses un profundo afecto hacia la patria; sentimiento inspirado, en ciertas ocasiones, por los primeros redobles de alguna banda estudiantil, y en otras, al escuchar las notas de algún himno patriótico en una escuela o colegio.
En fin, es un período donde se incrementa el fervor hacia los símbolos nacionales y se exaltan los valores cívicos y el patriotismo. Pero también, representa un momento propicio para meditar en la Costa Rica de ayer, en la de hoy –producto de la herencia de nuestros ancestros–  y la del mañana. Aquí es conveniente preguntarse: ¿Cuál será el legado para las futuras generaciones?
Aunque es considerada una nación modelo en la región centroamericana, actualmente Costa Rica atraviesa serios problemas que, desgraciadamente, se han agudizado en la última década. Por un lado, la inseguridad ciudadana, puesta de manifiesto con el aumento de los índices de criminalidad, narcotráfico y violencia, y por otro, la pérdida de valores, evidenciada por la corrupción en prácticamente todos los estratos de la sociedad.
Esos problemas son enfrentados diariamente por distintos actores de la sociedad y de muy diversas maneras, por ejemplo, el Gobierno de la República diseña estrategias y ejecuta acciones para contrarrestarlos, algunas veces el resultado es satisfactorio pero generalmente exiguo.
Por otra parte, si se observa lo que acontece en el ámbito educativo nacional - pre-escolar, primaria y secundaria – es notorio como los esfuerzos realizados por maestros y profesores se traducen en la motivación, alegría y fervor patrio de cientos de estudiantes presentes todos los años en los desfiles de celebración de nuestra independencia. Pero: ¿Qué acciones desarrollan las instituciones de educación superior para incentivar la adquisición de valores cívicos en sus estudiantes? Muchas veces se piensa, erróneamente, que los estudiantes en este nivel poseen una vasta formación cívica producto de su paso por la escuela y el colegio. Sin embargo, la realidad es otra y por tal razón se vuelve necesario el planeamiento y ejecución de actividades que propicien el desarrollo de esos valores, con el fin de preservar la identidad del ser costarricense y el orgullo de vivir sobre este suelo.
Desde su creación, las universidades vienen cumpliendo un papel primordial en la sociedad costarricense y una de sus funciones principales es la producción de gran parte del conocimiento y consecuentemente la solución de un sin fin de necesidades. Por tal razón, es desde su seno donde debe surgir la solución a los grandes problemas nacionales, para luego, con el concurso de todos los ciudadanos e instituciones competentes, emprender acciones coordinadas para recuperar nuestras raíces y la idiosincrasia que distinguió a los costarricenses a lo largo y ancho de América Latina.
Durante la pasada Semana Cívico Folclórica, algunas escuelas del Instituto Tecnológico de Costa Rica - Sede Central- organizaron varias actividades para celebrar el 189 aniversario de nuestra independencia, entre éstas: la confección y concurso de rincones patrios, la decoración de los edificios, algunas charlas sobre temas relacionados, la presentación de bailes folclóricos y otras manifestaciones artísticas, un taller de juegos tradicionales, un blog  y hasta un torneo atlético.
Sin embargo, este panorama no es nuevo en el TEC, ya que tradicionalmente se ha contado con un nutrido programa de actividades cívicas durante este mes. Por eso, es importante pensar en mejorar lo realizado hasta este año y proponer para el 2011 la implementación de un debate sobre los grandes temas nacionales, impregnando esta celebración de un mayor grado de reflexión y análisis, digno de una institución de educación superior como la nuestra.
Un debate con la participación de todos los miembros de la comunidad institucional, el cual tendría como escenario: el aula, el laboratorio, el gimnasio, la oficina, el comedor y finalmente el Foro Cívico Institucional. En este Foro participaría una representación de cada escuela o departamento y los resultados obtenidos –conclusiones y recomendaciones- se presentarían en un documento formal a la comunidad institucional y nacional.

"El Foro Cívico Institucional se convertiría en un espacio de diálogo y análisis de  los principales problemas nacionales"



Un aspecto relacionado con esta problemática, es la necesidad de un mayor protagonismo y liderazgo de la ciudadanía en general, es decir, todos estamos llamados a realizar el mayor esfuerzo para preservar la tierra de paz y justicia que nos heredaron Don Juan Rafael Mora, Juan Santamaría y otros próceres más. De esa manera, se lograría mitigar el impacto negativo de algunos costarricenses y extranjeros inescrupulosos que, con sus nefastas acciones, destruyen los sueños de personas honestas y trabajadoras que sólo desean para Costa Rica lo que pregona nuestro himno nacional: “…bajo el límpido azul de tu cielo, ¡vivan siempre el trabajo y la paz!”.

Pero: ¿De qué manera puede colaborar el ciudadano común? Basta con una simple conversación o hasta con el comportamiento en el lugar de trabajo y el hogar, como cada uno de nosotros puede inculcar en sus familiares y amigos el respeto y amor por este país, por su tradición pacifista y sus hermosas costumbres. 

Con esas acciones, por sencillas que parezcan, se puede cambiar mentalidades y producir un efecto multiplicador que a mediano plazo comience a dar sus primeros resultados. De nosotros depende.


"Únicamente la suma de esfuerzos y acciones conducirá a la obtención de resultados positivos y transformadores en la sociedad costarricense"

A través del relato: Una aproximación al concepto de la evaluación de los aprendizajes

M.Sc Rodrigo Quirós Valverde


Existen innumerables formas de referirse a un tema en particular, desde la tradicional transcripción del aporte intelectual generado por connotados especialistas en el área, hasta algunas otras, en donde, el autor recurre a toda su capacidad creativa en su afán por transmitir el mensaje deseado. Dentro de esas formas se puede mencionar, entre otras: el relato, la poesía, el teatro, la pintura, la música y la danza.
En esta oportunidad, se utilizará el relato con la intención de abordar el concepto de la evaluación de los aprendizajes.

Relato de un niño que soñó ser futbolista
Desde niño, Alfredo siente una profunda atracción por la actividad física y los deportes. Con apenas diez años, ocupa la posición de defensa central en la selección de fútbol de su escuela y al iniciar sus estudios de secundaria, contando con escasos doce años, el fútbol era el centro de su vida, por esa razón decide empezar a correr para mejorar su condición física y de esa manera incrementar su nivel de juego durante los partidos. Sin embargo, su manera de ver el mundo pronto dará un giro de 180 grados; Alfredo, de repente siente que correr le apasiona cada vez más y que aquel deporte que le cautivó desde pequeño y acaparó por completo su atención, poco a poco empieza a perder interés en su vida. Quizá esa transformación en la manera de pensar de Alfredo estuvo influenciada por las hazañas en las prestigiosas carreras de San Silvestre en Brasil, San Fernando en Uruguay y San Blas en Puerto Rico, de una de las más grandes glorias del deporte nacional, el destacado fondista Rafael Ángel Pérez Córdoba.
Por casi tres años, Alfredo corre sin ningún guía, ayuda o programación, se podría decir que su único entrenador era su propia motivación y empeño. En el colegio donde cursa sus estudios no tenía a quien recurrir, porque el profesor de Educación Física prefería el fútbol y no se involucraba con otros deportes como el atletismo. En parte, ésto era comprensible si tomamos en cuenta que en sus años mozos destacó como jugador de primera división, lo que le permitió formar parte de Liga Deportiva Alajuelense cuando llevó a cabo aquella gira alrededor del mundo en el año 1960.  Paradójicamente, era el profesor de Química, quien, por su afición al atletismo, había conformado un Club que se reunía todos los sábados por la mañana en la pista atlética de un modesto estadio municipal.
Después de hablar y contar con la aprobación de Don Celso; profesor de Química del colegio, Alfredo da su primer gran paso y decide entrenar con el Club.
Fue una preciosa y soleada mañana de marzo la que acompañó y dio la bienvenida a un ansioso y entusiasta Alfredo. Cuando llegó al estadio, ya se encontraban allí algunos atletas, quienes le sirvieron de improvisados anfitriones.
Habían pasado tan sólo unos minutos, cuando de repente divisaron la silueta desgarbada de Don Celso, quien también corría y era digno de respeto entre atletas jóvenes y veteranos. Después de saludarlos amablemente les indicó que se cambiaran para comenzar la práctica del día.
Una vez en la pista atlética, Don Celso habló con Alfredo y le explicó que le aplicaría un test para saber como se encontraba de condición física. El test seleccionado era la famosa y temida Prueba de Cooper, tan popular en la década de los setentas en nuestro país.
Durante los 12 minutos de la prueba, aquellas jóvenes piernas devoraron metros y metros en la rudimentaria pista de arena de aquel viejo estadio, en esos instantes los únicos pensamientos que pasaron por la mente de Alfredo era correr lo más rápido posible y de aquellas mañanas dominicales en ese mismo escenario cuando, en compañía de su hermano mayor, asistía a observar a sus ídolos durante algún partido de fútbol. El tiempo mantenía su ritmo inexorable, mientras Alfredo hacía lo imposible por mantener su tranco, fue cuando escuchó el silbato de Don Celso, quien, cronómetro en mano, le indicó que la medición había concluido.
Mientras Alfredo se recuperaba del esfuerzo realizado, Don Celso, acercándose a él le preguntó si se encontraba bien. Sí señor, sólo un poco cansado –exclamó con voz entrecortada–. ¡Ánimo! –le dijo–, estuviste bien, camina un poco y luego estira las piernas, mientras busco en la tabla que calificación has obtenido.


“No evaluamos cuando aplicamos distintos instrumentos o herramientas para obtener información sobre el nivel de adquisición de conocimientos, destrezas o habilidades…”




Los casi 2700 metros recorridos por Alfredo le otorgaron una buena calificación, pero Don Celso quien se caracterizaba por ser una persona exigente lo motivó a entrenar con mayor dedicación y constancia para llegar a la excelencia. Para conseguirlo, en los próximos días le estaría elaborando un plan de entrenamiento con objetivos a corto, mediano y largo plazo.
Además, le explicó que mientras corría le había evaluado la técnica de carrera a través de un rúbrica y que debía corregir algunos detalles, especialmente en el braceo y la elevación de las rodillas, ya que en el caso de ésto último, le reducía la zancada y por consiguiente la velocidad. “Deberás realizar ejercicios técnicos de carrera antes y después de todas las sesiones de entrenamiento –le dijo– si quieres realmente mejorar”.


“La evaluación de los aprendizajes es un proceso constante de producción de información para la toma de decisiones…”



Aquel día, Alfredo comprendió la importancia de la evaluación para alcanzar las metas propuestas.
En los restantes años de secundaria, Alfredo y sus compañeros del Club alternaban el estudio y los entrenamientos durante la semana y se seguían reuniendo los sábados en el mismo lugar. Por su parte, Don Celso les realizaba mediciones periódicas mediante carreras que oscilaban entre los 100 y los 5000 metros. De esa manera, recopilaba información importante para tomar decisiones en cuanto a continuar con el plan de entrenamiento o modificar algún aspecto en especial. Asimismo, al final de cada período realizada otra medición con el fin de evaluar el cumplimiento de los objetivos y metas trazadas.
Después de cinco años, Alfredo obtuvo su bachillerato de secundaria y al siguiente año ingresa a la universidad para iniciar sus estudios en Educación Física.
Durante su estancia en la universidad, Alfredo sigue entrenando y consigue hacer sus mejores marcas. Luego de unos años obtiene su Bachillerato en Educación Física y comienza a desempeñarse  profesionalmente.
Cuentan los que le conocen que todavía se le ve corriendo por ahí, mostrando una sonrisa en sus labios y la misma motivación de años atrás.


Si nos quedamos sólo en la recogida de información o en la calificación (cuantitativa o cualitativa) no estamos evaluando, pues evaluar es sinónimo de obtener información, formular juicios o hipótesis, tomar decisiones, producir nuevo conocimiento y ejecutar o poner en práctica esas decisiones…” 


Nota:
La información que aparece entre comillas fue tomada del Taller: “Evaluación de los aprendizajes en la Educación Superior”, organizado por el Centro de Desarrollo Académico del Instituto Tecnológico de Costa Rica e impartido por el Dr. Mario segura Castillo.

Una medalla de Plata que brilla como el Oro

M.Sc. Rodrigo Quirós Valverde

En nuestro peregrinar por el mundo, nos vemos sometidos a un sin fin de pruebas que; paulatinamente; moldean nuestro carácter y nos preparan para enfrentar con eficacia innumerables situaciones en el futuro.
A los pasados Juegos Deportivos Universitarios Centroamericanos realizados recientemente en Honduras, asistió como parte de la delegación deportiva del Instituto Tecnológico de Costa Rica, el equipo masculino de Balonmano. Algunos miembros de nuestra comunidad institucional se enteraron que este grupo de estudiantes obtuvo el segundo lugar del torneo y por ende la medalla de plata para nuestra institución. Sin embargo, la gran mayoría desconoce bajo que condiciones lo lograron.
Por razones de índole familiar, el Director Técnico del equipo y quien escribe esta nota, no pudo acompañar a sus jugadores y ellos, contrario a quienes ante la adversidad optan por refugiarse en la desesperación, deciden afrontar el reto con valentía, decisión y gran espíritu deportivo. Virtudes que sobresalen en este grupo y que se manifestaron semana a semana durante el período de preparación para estas justas centroamericanas.  Me atrevo a pensar que fueron premiados y si se quiere hasta bendecidos por el destino, al tener ante ellos una difícil prueba que con sobrada capacidad supieron salvar; demostrándose a si mismos toda su valía.
Como diría Lucio Anneo Séneca (2 AC-65): “No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba”.
Otro aspecto digno de destacar es el comportamiento y compañerismo mostrado por estos deportistas en Tegucigalpa, reflejo de disciplina y unión de grupo.
En el terreno de juego demostraron tenacidad y deseos de victoria sin dejar de lado los principios trascendentales del juego limpio y respeto al rival.
En esta ocasión la medalla de oro les fue esquiva, pero regresaron con la frente en alto y mostrando muchas preseas doradas colgando de sus cuellos, entre éstas la medalla de la valentía, del carácter, la confianza, el espíritu de superación, el compañerismo, la responsabilidad y la fuerza de voluntad.
Como docentes universitarios debemos tener muy claro nuestro papel formador en la sociedad y no olvidar que el deporte es tan sólo un medio para buscar el desarrollo integral de nuestros estudiantes. Desde ese punto de vista se podría manifestar que ganar un juego o un torneo es muy importante más no lo esencial. Los Juegos Deportivos  Universitarios Centroamericanos ya son parte de esa rica historia deportiva institucional de casi 39 años, ahora es tiempo de retomar la preparación para futuras participaciones aprovechando esta valiosa experiencia internacional para tratar de maximizar nuestras fortalezas y mejorar nuestras debilidades, sólo así podremos llegar a buen puerto y alcanzar las metas trazadas.
A la vuelta de la esquina nos aguardan los Juegos Universitarios Costarricenses – JUNCOS - que se desarrollarán en nuestra institución en  mayo del próximo año, evento que constituye el escenario ideal para poner a prueba nuevamente el talento de nuestros deportistas.
Aprovecho esta oportunidad para expresar mi agradecimiento a todos los integrantes de la delegación por el apoyo brindado a estos muchachos y muy especialmente a los compañeros profesores de la Unidad de Deporte: Lic. Jorge Vega Agüero, Lic. Miguel Méndez Solano y Bach. Sergio Piedra Rojas por la dirección técnica del equipo en Honduras.
Finalizo con una frase de Heywood Hale Broun (1918-2001) que retrata bastante bien lo realizado por estos jóvenes en Honduras: “El deporte no forja el carácter, lo pone de manifiesto”.