M.Sc Rodrigo Quirós Valverde
Se
marchó el noveno mes del calendario y con él, el incesante sonido de los tambores,
platillos y liras de las bandas estudiantiles; que con gran entusiasmo ensayaron
y participaron en los tradicionales desfiles de celebración de nuestra fecha de
independencia.
De
igual manera, aunque ha decrecido considerablemente, fue notorio observar las
fachadas de casas y edificios, principalmente de instituciones educativas y del
sector gubernamental, vestirse con los colores patrios -blanco, azul y rojo- lo
que generó un ambiente alegre y festivo.
Bien
podría decirse que, tanto el sentido del oído como el de la vista, se aliaron para
recordarnos a cada instante que transitábamos por el mes de setiembre; que para
los costarricenses o “ticos” como nos suelen llamar en el exterior, representa
el mes de nuestra querida patria.
Sin
embargo, en lo personal, este setiembre no será igual a otros por dos tristes
razones. En primer lugar, la inesperada partida de un entrañable compañero y
amigo y, además, por el adiós de un ícono de la música romántica por varias
generaciones.
Empezaré
diciendo, sobre este último, que para los que superamos las cincuenta
primaveras de existencia y por consiguiente crecimos con sus canciones, no
existe una sola melodía de Camilo Sesto que no nos traiga algún recuerdo de
nuestra niñez o adolescencia. Como no pensar en el beso amoroso de nuestros
padres antes de salir hacia la escuela y no relacionar ese bello momento con sus
primeros éxitos a inicios de 1970, entre ellos: “Todo por nada” o “Amor amar”.
O aquella primera vez que bailamos durante un baile colegial con la compañera
de sétimo año que nos gustaba y al fondo se escuchaba aquella inolvidable
canción: “Piel de ángel”.
Por esa razón, quien diga que no se enamoró y hasta
derramó lágrimas escuchando las canciones de este extraordinario cantante y
compositor español sencillamente no es de este planeta; porque no solo abarcó
al público de habla hispana, sino a muchos otros, ya que también cantó y
conmovió a millones de personas en idiomas como: inglés, alemán, italiano y
portugués.
La
desaparición física de Camilo nos deja una profunda nostalgia, ya que vivimos y
disfrutamos de su monumental e inagotable éxito y ahora que ha partido se va
con él buena parte de nuestras vidas. Muere el artista pero nace la leyenda.
La
otra aciaga noticia de este mes fue el deceso de alguien a quien siempre
respeté y admiré por su profesionalismo y entrega en su labor docente. Un
visionario como pocos, emprendedor de innovadores proyectos, perfeccionista en
su quehacer y entusiasta, por no decir devoto, del deporte de sus amores: el
baloncesto; actividad que desarrolló con gran pasión y entrega a lo largo de
los años.
Me estoy refiriendo a Mario Portuguez, compañero de trabajo en la
Unidad de Deporte del Instituto Tecnológico de Costa Rica desde 1998;
Coordinador de Unidad o Director de Escuela, daba lo mismo, porque podían
cambiar sus funciones, pero no cambiaba el ser humano, su trato y su decencia a
la hora de relacionarse con los demás. La frase: “Duro con los procesos, suave con las personas”, lo retrata a la
perfección.
Ese
fue Mario, el gran compañero, pero ahora quiero hablar de Mareo, el amigo. Aquí quiero aclarar, para los que no lo saben, que Mario usó el nombre Mareo como seudónimo.
Y es que los caminos de la
vida suelen ser extraños, porque, aunque fuimos compañeros de trabajo por un
tiempo, nunca tuvimos la oportunidad de departir en otra actividad que no fuera
en el plano estrictamente laboral. Pero hace un par de años atrás, estando de
vacaciones con mi esposa y mi hijo en el Pacífico sur de nuestro país,
concretamente en el sector costero de Ojochal; me encontré con Mareo, quien al
igual que yo gozaba de las hermosas playas del lugar junto a una de sus
hermanas y algunos sobrinos. Conversando en Playa Ventanas pude escudriñar en el
pensamiento de Mareo y conocerlo verdaderamente, comprobando así su invaluable calidad humana.
Como
era característico en él y por su amplio conocimiento de la región, nos invitó
al Golfo Dulce y adoptó en ese momento la función de nuestro guía personal sin siquiera
habérselo solicitado, evidenciando de esa manera aquel rasgo tan arraigado en
su forma de ser, que lo definía como una persona que disfrutaba de servir y
colaborar con los demás.
De
aquella inolvidable y muy grata visita al golfo, quedará para siempre en mi
retina, verlo en la playa con mi hijo y sus sobrinos; explicándoles con su
singular estilo, la forma correcta de tomar y accionar el remo para navegar en
kayak. Y pensé en aquel momento que aunque habían pasado varios años desde su
jubilación, mantenía intacto su carisma y amor por la enseñanza. Y una vez de
regreso en Cartago y como era de esperarse, no tardó en agradecerme por haber
compartido con él y su familia aquel espectacular día de paseo.
Ese
fue Mareo, el servicial, el afable, el sensible, el bondadoso, el alegre, el
que cuidaba los pequeños detalles, amante de la naturaleza y cariñoso con sus
mascotas, excelente hijo, hermano, tío y amigo.
Una
vez hablamos de realizar un viaje al cerro Chirripó, ya que nunca lo he
visitado. Sin embargo, por lo repentino de su partida, no pudimos llevarlo a
cabo.
A su
funeral, no pude asistir, confieso que me faltó valor para ir a despedirle, tal
vez por la tristeza que me embargaba o porque simplemente quería conservar
intacta la última imagen de Mareo, siempre jovial y sonriente con sus amigos.
Mil
gracias Mareo por tu compañerismo y tus consejos, pero principalmente por tu
amistad. Quizás cuando yo también parta de este mundo, podamos realizar aquel
viaje que dejamos pospuesto y, junto con otros de nuestros amigos, logremos alcanzar
la añorada cima.
“Después de todo la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida”
Mario
Benedetti
Excelentes palabras que comparto por completo, el carisma, Él, Mario Portugués, siempre va a estar en mi corazón, gracias a Dios y al encontrarlo por Cartago allá por el año 1997, me saludó cordialmente, como siempre lo hacía y me dijo; envía tu currículo necesitamos un entrenador de natación... Al día de hoy con mucho agradecimiento puedo decir que he disfrutado de 22 años excelentes, he conocido infinidad de personas, en competencias, entrenando, en las clases docentes, bueno son tantas cosas que haría muy extenso mi comentario pero agradezco cada segundo la oportunidad, lo vivido y lo que me resta por vivir.
ResponderEliminarMe gustó mucho éste artículo porque retrata muy claro y sobre todo de una manera muy sincera lo qué es una amistad, un compañero de trabajo, Mario Portuguez, una persona amable,amistosa y solidaria.También nos recuerda a un cantautor único e inolvidable para muchos. Gracias Rodrigo Quirós por plasmar y compartir en éste articulo tus sentimientos siempre sinceros y transparentes.
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