lunes, 14 de marzo de 2011

A través del relato: Una aproximación al concepto de la evaluación de los aprendizajes

M.Sc Rodrigo Quirós Valverde


Existen innumerables formas de referirse a un tema en particular, desde la tradicional transcripción del aporte intelectual generado por connotados especialistas en el área, hasta algunas otras, en donde, el autor recurre a toda su capacidad creativa en su afán por transmitir el mensaje deseado. Dentro de esas formas se puede mencionar, entre otras: el relato, la poesía, el teatro, la pintura, la música y la danza.
En esta oportunidad, se utilizará el relato con la intención de abordar el concepto de la evaluación de los aprendizajes.

Relato de un niño que soñó ser futbolista
Desde niño, Alfredo siente una profunda atracción por la actividad física y los deportes. Con apenas diez años, ocupa la posición de defensa central en la selección de fútbol de su escuela y al iniciar sus estudios de secundaria, contando con escasos doce años, el fútbol era el centro de su vida, por esa razón decide empezar a correr para mejorar su condición física y de esa manera incrementar su nivel de juego durante los partidos. Sin embargo, su manera de ver el mundo pronto dará un giro de 180 grados; Alfredo, de repente siente que correr le apasiona cada vez más y que aquel deporte que le cautivó desde pequeño y acaparó por completo su atención, poco a poco empieza a perder interés en su vida. Quizá esa transformación en la manera de pensar de Alfredo estuvo influenciada por las hazañas en las prestigiosas carreras de San Silvestre en Brasil, San Fernando en Uruguay y San Blas en Puerto Rico, de una de las más grandes glorias del deporte nacional, el destacado fondista Rafael Ángel Pérez Córdoba.
Por casi tres años, Alfredo corre sin ningún guía, ayuda o programación, se podría decir que su único entrenador era su propia motivación y empeño. En el colegio donde cursa sus estudios no tenía a quien recurrir, porque el profesor de Educación Física prefería el fútbol y no se involucraba con otros deportes como el atletismo. En parte, ésto era comprensible si tomamos en cuenta que en sus años mozos destacó como jugador de primera división, lo que le permitió formar parte de Liga Deportiva Alajuelense cuando llevó a cabo aquella gira alrededor del mundo en el año 1960.  Paradójicamente, era el profesor de Química, quien, por su afición al atletismo, había conformado un Club que se reunía todos los sábados por la mañana en la pista atlética de un modesto estadio municipal.
Después de hablar y contar con la aprobación de Don Celso; profesor de Química del colegio, Alfredo da su primer gran paso y decide entrenar con el Club.
Fue una preciosa y soleada mañana de marzo la que acompañó y dio la bienvenida a un ansioso y entusiasta Alfredo. Cuando llegó al estadio, ya se encontraban allí algunos atletas, quienes le sirvieron de improvisados anfitriones.
Habían pasado tan sólo unos minutos, cuando de repente divisaron la silueta desgarbada de Don Celso, quien también corría y era digno de respeto entre atletas jóvenes y veteranos. Después de saludarlos amablemente les indicó que se cambiaran para comenzar la práctica del día.
Una vez en la pista atlética, Don Celso habló con Alfredo y le explicó que le aplicaría un test para saber como se encontraba de condición física. El test seleccionado era la famosa y temida Prueba de Cooper, tan popular en la década de los setentas en nuestro país.
Durante los 12 minutos de la prueba, aquellas jóvenes piernas devoraron metros y metros en la rudimentaria pista de arena de aquel viejo estadio, en esos instantes los únicos pensamientos que pasaron por la mente de Alfredo era correr lo más rápido posible y de aquellas mañanas dominicales en ese mismo escenario cuando, en compañía de su hermano mayor, asistía a observar a sus ídolos durante algún partido de fútbol. El tiempo mantenía su ritmo inexorable, mientras Alfredo hacía lo imposible por mantener su tranco, fue cuando escuchó el silbato de Don Celso, quien, cronómetro en mano, le indicó que la medición había concluido.
Mientras Alfredo se recuperaba del esfuerzo realizado, Don Celso, acercándose a él le preguntó si se encontraba bien. Sí señor, sólo un poco cansado –exclamó con voz entrecortada–. ¡Ánimo! –le dijo–, estuviste bien, camina un poco y luego estira las piernas, mientras busco en la tabla que calificación has obtenido.


“No evaluamos cuando aplicamos distintos instrumentos o herramientas para obtener información sobre el nivel de adquisición de conocimientos, destrezas o habilidades…”




Los casi 2700 metros recorridos por Alfredo le otorgaron una buena calificación, pero Don Celso quien se caracterizaba por ser una persona exigente lo motivó a entrenar con mayor dedicación y constancia para llegar a la excelencia. Para conseguirlo, en los próximos días le estaría elaborando un plan de entrenamiento con objetivos a corto, mediano y largo plazo.
Además, le explicó que mientras corría le había evaluado la técnica de carrera a través de un rúbrica y que debía corregir algunos detalles, especialmente en el braceo y la elevación de las rodillas, ya que en el caso de ésto último, le reducía la zancada y por consiguiente la velocidad. “Deberás realizar ejercicios técnicos de carrera antes y después de todas las sesiones de entrenamiento –le dijo– si quieres realmente mejorar”.


“La evaluación de los aprendizajes es un proceso constante de producción de información para la toma de decisiones…”



Aquel día, Alfredo comprendió la importancia de la evaluación para alcanzar las metas propuestas.
En los restantes años de secundaria, Alfredo y sus compañeros del Club alternaban el estudio y los entrenamientos durante la semana y se seguían reuniendo los sábados en el mismo lugar. Por su parte, Don Celso les realizaba mediciones periódicas mediante carreras que oscilaban entre los 100 y los 5000 metros. De esa manera, recopilaba información importante para tomar decisiones en cuanto a continuar con el plan de entrenamiento o modificar algún aspecto en especial. Asimismo, al final de cada período realizada otra medición con el fin de evaluar el cumplimiento de los objetivos y metas trazadas.
Después de cinco años, Alfredo obtuvo su bachillerato de secundaria y al siguiente año ingresa a la universidad para iniciar sus estudios en Educación Física.
Durante su estancia en la universidad, Alfredo sigue entrenando y consigue hacer sus mejores marcas. Luego de unos años obtiene su Bachillerato en Educación Física y comienza a desempeñarse  profesionalmente.
Cuentan los que le conocen que todavía se le ve corriendo por ahí, mostrando una sonrisa en sus labios y la misma motivación de años atrás.


Si nos quedamos sólo en la recogida de información o en la calificación (cuantitativa o cualitativa) no estamos evaluando, pues evaluar es sinónimo de obtener información, formular juicios o hipótesis, tomar decisiones, producir nuevo conocimiento y ejecutar o poner en práctica esas decisiones…” 


Nota:
La información que aparece entre comillas fue tomada del Taller: “Evaluación de los aprendizajes en la Educación Superior”, organizado por el Centro de Desarrollo Académico del Instituto Tecnológico de Costa Rica e impartido por el Dr. Mario segura Castillo.

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